La Revolución y el CAMP

Silla que perteneció al Palacio Real y tenía el emblema de la corona etíope, que fue tapado con un stencil de la hoz y el martillo por los revolucionarios. Foto de Aida Muluneh, en su libro Ethiopia: Past/Forward.

El 12 de septiembre de 1974 el emperador etíope Haile Selassie era derrocado dejando un país hambreado y en la bancarrota económica (el saldo de su régimen: ciento cincuenta mil leprosos, 400.000 tuberculosos, 6 millones de palúdicos, 14 millones de personas con diversos grados de infección en la vista, cientos de miles de seres humanos que murieron de hambre durante las sequías, 95% de analfabetos, y sólo 125 médicos en todo el país). El poder estatal quedó en manos del Consejo Administrativo Militar Provisional, un organismo creado previamente como Comité de Coordinación de las Fuerzas Armadas, Policía y Ejército Territorial para estudiar las quejas de varias unidades militares, investigar los abusos cometidos por oficiales superiores, y erradicar la corrupción en el ejército. No obstante, a medida que la situación se salía de control fue ganando más poder hasta que destituyó y encarceló al emperador.


Lista de Presidentes del CAMP

El presidente del CAMP era el jefe de Estado y Gobierno de Etiopía.
  • Aman Andom (12 de septimbre de 1974 - 17 de noviembre de 1974);
  • Mengistu Haile Mariam (17 de noviembre de 1974 - 28 de noviembre de 1974);
  • Tafari Benti (28 de noviembre de 1974 - 3 de febrero de 1977);
  • Mengistu Haile Mariam (11 de febrero de 1977 - 10 de septiembre de 1987). 

 El Partido de los Trabajadores y la redacción de una Constitución

Tras la Revolución de 1974, la Unión Soviética comenzó a presionar al CAMP para crear un partido de vanguardia civil que reemplazara al gobierno militar. Mengistu Haile Mariam, líder del CAMP, argumentó en contra de tal partido, afirmando que la Revolución había triunfado sin uno y que, por lo tanto, no era necesario para llevar adelante las reformas progresistas. Sin embargo, ante la creciente oposición armada al gobierno, Mengistu anunció la creación de la Comisión para Organizar el Partido de los Trabajadores de Etiopía (COPTE) en diciembre de 1979. También se establecieron varias organizaciones de masas, como la Asociación Juvenil Revolucionaria de Etiopía.

Bandera del Partido de los Trabajadores de Etiopía.

El 12 de septiembre de 1984, en el 10º Aniversario de la Revolución, es disuelto el COPTE y fundado el Partido de los Trabajadores de Etiopía (con Mengistu como secretario general), cuya principal labor era sentar las bases para la edificación del Estado socialista, entre ellas la redacción de una Constitución política que legalizara el nuevo Estado que se buscaba construir.

En marzo de 1986, se eligieron 343 miembros de la Comisión Constitucional. Esta Comisión tiene su origen en el Instituto para el Estudio de Nacionalidades de Etiopía, que el CAMP había establecido en marzo de 1983 para encontrar soluciones a los graves problemas derivados de la diversidad étnica de Etiopía. El Instituto estaba integrado en su mayoría por académicos de la Universidad de Addis Abeba, que siguieron actuando como asesores de la Comisión Constitucional. Los diversos miembros de la Comisión incluyeron a líderes religiosos, artistas, escritores, médicos, académicos, deportistas, trabajadores y antiguos nobles. También se buscó que todas las etnias tuvieras representación.

Durante unos seis meses, la Comisión debatió los detalles de la nueva Constitución. En junio de 1986, emitió un borrador. El gobierno imprimió un millón de copias a kebeles (similar a distritos de las ciudades) y asociaciones de campesinos en todo el país. Durante los siguientes dos meses, el proyecto fue discutido en cerca de 25.000 localidades. El interés popular se centró en cuestiones tales como los impuestos, el papel de la religión, el matrimonio, la organización de las elecciones, y los derechos y obligaciones de la ciudadanía. El proyecto más controvertido fue el de la prohibición de la poligamia, que causó mucho malestar entre los musulmanes. Los ciudadanos presentaron más de 500.000 sugerencias de revisiones. En agosto, la Comisión volvió a reunirse para examinar las enmiendas propuestas. En total, la Comisión aceptó noventa y cinco enmiendas al proyecto original.

Monumento a la Revolución (click en las fotos para ampliar):
La historia de la Revolución Etíope, de derecha a izquierda.

La lucha del Partido.

El nuevo Estado

Mengistu.

La versión final de la Constitución fue sometida a referéndum el 1º de febrero de 1987 (aprobada con el 81% de los votos, aunque no se pudo votar en regiones de Eritrea y Tigray por estar controladas por facciones rebeldes), el 22 de ese mes comenzó a regir, el 14 de junio se celebraron elecciones generales (con participación del 85% del electorado). El CAMP se abolió el 10 de septiembre, el mismo día, Mengistu asumía como Presidente de la República Democrática Popular de Etiopía. La Constitución constaba de diecisiete capítulos y 119 artículos. El preámbulo mencionaba los orígenes de Etiopía desde la Antigüedad, el heroísmo histórico de su pueblo, los importantes recursos naturales y humanos y se comprometió a continuar la lucha contra el imperialismo, la pobreza y el hambre.

Nueva bandera de Etiopía: la tradicional, pero con el nuevo escudo.

Nuevo escudo de Etiopía.

El nuevo himno de Etiopía se llamó Etiopía, Etiopía, Etiopía es primero y fue adoptado en 1975. La letra corresponde a Assefa Gebre-Mariam Tessama y la música es de Daniel Yohannes Haggos. Puede descargarse en formato MIDI haciendo click aquí.

Hay que mencionar la solidaridad internacionalista de los países socialistas, especialmente Cuba. También fue destacada la de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la República Democrática Popular del Yemen (con tropas) y la República Democrática Alemana (con entrenamiento técnico y artículos como ropa y juguetes para los niños que por primera vez en la historia del país africano asistían a jardines infantiles). Cuba contribuyó con médicos, docentes y otros profesionales y militares. Los cubanos son recordados con mucho cariño por los etíopes, incluso en el 2000, cuando la República Democrática Popular ya no existía, se levantó un monumento en honor a los soldados cubanos caídos en la Guerra de Ogadén (1977-1978). Recomiendo leer el artículo: La Guerra de Etiopía (Ogadén) 1977-1978 y la Aviación Cubana.

Fidel Castro y Mengistu en Adís Abeba durante las celebraciones por el 4º Aniversario de la Revolución Etíope. En internet está disponible la transcripción del discurso de Fidel en el acto inaugural de la «Conferencia Internacional de Solidaridad con la Lucha de los Pueblos Africanos y Árabes contra el imperialismo y la reacción» celebrado en esa ciudad.

Mengistu junto a Fidel en Santiago de Cuba.

Mengistu junto a Erich Honecker en Adís Abeba en el acto de inauguración del primer monumento a Karl Marx en África. 13 de noviembre de 1979.

Mengistu junto a Nelson Mandela.

Lamentablemente, la historia de la Etiopía socialista fue ensombrecida por fenómenos que ya se habían vivido en el país. En 1983, en 1985 y en 1987, hubo terribles sequías que causaron hambrunas devastadoras. La peor, la de 1985 afectó a tres millones de personas y fallecieron por inanición unas 200.000.

Lista de Presidentes de la República Democrática Popular
  • Mengistu Haile Mariam (10 de septiembre de 1987 - 21 de mayo de 1991);
  • Tesfaye Gebre Kidan (21 de mayo de 1991 - 28 de mayo de 1991).
Lista de Primeros Ministros de la República Democrática Popular
  • Fikre Selassie Wogderess (10 de septiembre de 1987 - 8 de noviembre de 1989);
  • Hailu Yimenu (8 de noviembre de 1989 - 26 de abril de 1991);
  • Tesfaye Dinka (26 de abril de 1991 - 6 de junio de 1991).
Desde mediados de los '80, la ayuda soviética disminuyó paulatinamente (Gorbachov, jefe de gobierno de la URSS desde 1985, limitó hasta abolir totalmente la ayuda a Estados socialistas con graves problemas, como fue el caso de Etiopía y de Afganistán). Con ello (más los problemas causados por el caos poblacional, al ser reubicadas grandes cantidades de poblaciones debido a la hambruna en las tierras altas del país), la guerra civil se intensificó hasta que a comienzos de los '90 (en medio del derrumbe del Bloque del Este) Mengistu fue derrocado. Renunció y partió al exilio. En Zimbabue fue recibido en calidad de invitado oficial por el presidente Robert Mugabe; Mengistu reside allí hasta hoy día (a pesar de que el gobierno actual etíope solicita su extradición para juzgarlo por "violaciones a los derechos humanos" durante la RDPE). En junio de 1991 la República Democrática Popular llegó a su fin.

PD: estampillas de la época socialista (click en las imágenes para ampliar):

1978. 4º Aniversario de la Revolución.

1980. 6º Aniversario de la Revolución.

1982. 8º Aniversario de la Revolución.

1984. 10º Aniversario de la Revolución.

1990. 3 Aniversario de la República Democrática Popular de Etiopía.

Y una medalla de época:

Medalla al Sufrimiento por la Patria. La incripción dice «herido en servicio», creada el 7-3-1979 por proclama nº 157.

Fuentes consultadas:


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Tras el ensayo en Honduras, ahora ha habido un golpe de Estado en Níger, uno de los países más pobres y con más analfabetismo del mundo. Naturalmente, me refiero a pobre en el paupérrimo estado en el que se encuentra su población, porque el país es muy rico: sus reservas de uranio, saqueadas por las multinacionales del poder capitalista, ocasionaron una rebelión popular. El presidente Mamadou Tandja negoció con los rebeldes provocando que las mencionadas multinacionales se molestaran. Casualmente, luego ocurrió este golpe de Estado. 
Imagen satelital de Níger.  
         
No somos admiradores de la legalidad burguesa, legalidad que no tiene otro fin que controlar en épocas de paz a la población para que siga obediente. Cuando este mecanismo falla por algún motivo, simplemente se pone en marcha otro mecanismo. Este tránsito traumático para los pueblos, no lo es en absoluto para las burguesías y oligarquías, así, más tarde o más temprano, todos los Estados regresan a la "normalidad". Incluso las democracias liberales reconocen la validez de los documentos legales de los usurpadores, reconociendo implícitamente que el verdadero poder nunca no lo tuvo "el pueblo". La burguesía más legalista del mundo salió a justificar el traicionero accionar tanto en el caso antes mencionado como en el de Honduras.

Aunque nuestra época es peor que la de la segunda mitad del siglo pasado (pues ahora ya no hay Unión Soviética a la que aliarse y la burguesía rusa es un actor más del saqueo del continente africano), la única solución para los inmensos sufrimientos de los africanos sigue siendo la revolución socialista.


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Un argumento popular entre los ignorantes de todos los colores es que las dos personalidades más notables de la Revolución Cubana, Fidel Castro y Ernesto Guevara, mantenían grandes diferencias en cuanto a la Revolución y el Comunismo. Lamentablemente han contribuido a esta errónea visión varias biografías sobre el Che que lo colocan en oposición a Fidel, mostrando al primero como marxista y al segundo como un mero oportunista.

Nada más lejos de la realidad.

Leyendo algunas de las entrevistas y discursos más célebres que Fidel ha dado, así como con el estudio sobre su intensa vida, podemos conocer su accionar previo al M-26-7, y cómo él fue trabajando la posibilidad de una revolución que saliera triunfante en la Isla. Como miembro del ala izquierda del Partido Ortodoxo, partido que claramente iba a salir ganador en las elecciones de 1952, Fidel estaba completamente consciente acerca de cómo esa agrupación capitalista anti-corrupción iba a defraudar las esperanzas del pueblo (dado que ningún partido capitalista puede ofrecer una solución real a las nefastas consecuencias del este sistema). Fidel planeaba un programa revolucionario y un levantamiento de masas desde su futuro puesto en el Congreso cubano. Nadie lo contará mejor que él, así que cito un fragmento de sus memorias en el discurso en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 4 de septiembre de 1995:

"[...] el partido comunista estaba aislado y en las condiciones que existían en el país y en medio de la Guerra Fría y la cantidad de prejuicios anticomunistas que había en este país, no era posible hacer una revolución desde las posiciones del Partido Socialista Popular [así se llamaba formalmente el partido comunista], aunque el PSP quisiera hacerla. El imperialismo y la reacción habían aislado a este partido lo suficiente como para impedirle, de manera absoluta, la realización de una revolución, y es cuando me pongo a pensar en las vías, los caminos y las posibilidades de una revolución y cómo hacerla.

Fidel como candidato del Partido Ortodoxo.

A partir de la efervescencia que se había producido en el país, de la fuerza que había tomado aquel movimiento de Chibás en las masas -partido que, en general, excepto en la capital de la república, ya estaba cayendo en manos de terratenientes, porque aquí cuando surgía un partido popular no tardaban mucho tiempo en caer las direcciones provinciales en manos de terratenientes y de ricos; ya ese proceso se estaba planteando en la Ortodoxia-, me veo dentro de un partido que tiene una gran fuerza popular, unas concepciones atractivas en la lucha contra los vicios y la corrupción política e ideas que en lo social no son ya totalmente revolucionarias. Y es a partir de esa contradicción y de la trágica muerte de su combativo y tenaz fundador, que elaboro la concepción de cómo había que hacer la Revolución en las condiciones de nuestro país. [...]

Ante la imposibilidad de la revolución por aquella vía y lo inevitable de una rápida frustración, elaboro una estrategia para el futuro: desde dentro del gobierno y desde dentro del propio Congreso lanzar un programa revolucionario y organizar un levantamiento popular. Ya a partir de aquel momento tengo toda la concepción, todas las ideas que están en La historia me absolverá, cuáles debían ser las medidas, cómo plantearlas, qué hacer. Esa fue la primera concepción revolucionaria, que la pude elaborar, digamos, apenas seis años después de haber ingresado en la universidad aquel mes de septiembre. Se puede decir que tardé seis años en adquirir una conciencia revolucionaria y en elaborar una estrategia revolucionaria."

Pero nada de esto tuvo lugar por el derrocamiento del gobierno legal a manos de Fulgencio Batista. Es entonces cuando Fidel Castro y otros muchos jóvenes deciden combatir con las armas a la dictadura (lo cual es perfectamente legítimo). El objetivo del famoso asalto al Cuartel Moncada es provocar un levantamiento popular masivo, ya que también debían ser tomadas las emisoras de radio. Pero ahora no analizaremos este suceso, aunque podemos agregar que durante la farsa de juicio que se le hizo a Fidel, un fiscal citó como prueba que los rebeldes tenían un libro de Lenin, a lo que Fidel contestó: "Sí, nosotros leemos a Lenin y quien no lea a Lenin es un ignorante" (memorias en el discurso del 22/4/1970).

Fidel Castro, uno de los más grandes estadistas del siglo, maniobra entre los terribles poderes de la tumultuosa época y decide, hábilmente, visitar Estados Unidos en uno de sus primeros viajes como Primer Ministro del Gobierno Revolucionario. El objetivo del viaje es evitar una confrontación directa con el gigante del norte, que por causa de la arrogancia yanqui no se logra evitar. Así, la Revolución Cubana es vista como un terrible enemigo para Estados Unidos, que inician sus largos (e infructuosos) intentos para derrocar la Revolución. Pese a que los "teóricos" del Fidel no-marxista siempre citan los esfuerzos del Gobierno Revolucionario por evitar ganarse enemigos en esa hora crucial como una prueba del "anticomunismo" de Fidel, se olvidan de remarcar un aspecto fundamental en estas situaciones: cada vez que Estados Unidos castiga, Cuba (en lugar de asustarse y retroceder como hicieron y hacen todos los gobiernos "progresistas" de Latinoamérica) reafirma su voluntad. Esto es lo que más le ha molestado al imperialismo y es la causa de que aún hoy mantenga la maquinaria de propaganda contra la Revolución Cubana.

Es cierto que el Che fuera de los más radicalizados, pero también Raúl Castro quería acelerar la proclamación del carácter socialista de la Revolución, lo cual no es citado por los "teóricos" del enfrentamiento Fidel-Che. Y, en cualquier caso, como hemos visto Fidel Castro era marxista desde hacía mucho tiempo, de cuando en la Universidad leyó El Manifiesto Comunista y tomó a préstamo los libros de la biblioteca del partido comunista cubano.

Otra de las falacias usadas para contraponer a Fidel y al Che es que, según estos "teóricos", Guevara sería un buen internacionalista y Castro un recalcitrante nacionalista. Realmente, no podían tener todos el mismo papel. El Guerrillero Heroico actuó siempre coherentemente, pero el Comandante Eterno también. Desde Cuba, la Revolución manifestó una gran y activa solidaridad internacionalista con numerosos luchadores del mundo: desde su apoyo a Angola en la independencia, en la guerra contra la UNITA y contra el ejército del infame régimen de apartheid sudafricano, hasta la colaboración médica, escolar y militar (frente al nacionalismo somalí) con la República Democrática Popular de Etiopía.

He expresado mi escepticismo frente al chavismo, actual fuerte aliado de Cuba. Es un gran error, en todos los aspectos de la vida, el generalizar y quienes están contra el "castrismo" repudian la alianza de la Revolución Cubana con el socialdemócrata Chávez. Sin embargo, ha sido un perfecta maniobra de Cuba esta alianza, como lo fue en el pasado las buenas relaciones con Estados capitalistas progresistas, como los escandinavos, en medio de la Guerra Fría. Cuba jamás socavó el Bloque del Este, como hizo Rumania, por ejemplo. En esta época, cuando el mundo se halla completamente bajo la bota del imperialismo, es cuando Cuba tiene que volver a maniobrar para sobrevivir y ser un ejemplo para futuras revoluciones. Nunca las intenciones de tener buenas relaciones con diferentes Estados ha socavado los principios de la Revolución. Como ejemplo podemos recordar cuando Cuba vio finalizada su amistad con Francia por su apoyo permanente a los independentistas argelinos.

Cuando el Che estaba vivo y era peligroso para los siervos del capital, él encarnaba "el mal" en Cuba. Hoy, los ignorantes presentan como el malo a Fidel y como el bueno sin posibilidad de victoria a Guevara. El análisis exhaustivo de la historia despeja todos estos absurdos y nos revela claramente cómo estos héroes han trabajado incesantemente por la victoria de la Revolución Comunista en el mundo, que siendo perfectamente posible y deseable, constituye la esperanza del ser humano para acabar con el oprobio del capitalismo.


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