En Investigación sobre el capitalismo llamado triunfante, Claude Bitot desarrolla una tesis determinista marxista que busca refutar los análisis de Lenin y Trotsky que hicieron en su momento acerca de la decadencia del capitalismo. Bitot señala que la famosa sentencia del fundador del Ejército Rojo de que «las fuerzas productivas de la humanidad han cesado de crecer»1 es errónea, pues fue en esa época y por varias décadas más que el capitalismo las siguió haciendo progresar. Bitot encuentra el origen de estos errores en una interpretación voluntarista del marxismo (incluso manifiesta que la Revolución de Octubre está más fundada por el blanquismo y las tradiciones revolucionarias rusas voluntaristas que por el marxismo) y señala que ya Marx y Engels, aunque conscientes de que un régimen económico no puede caer hasta que ya se vuelva un obstáculo para el progreso, intentaron «acelerar» este tránsito, de forma infructuosa.
Lejos de considerar que con dichos fracasos hay que dejar simplemente pasar unos cuantos siglos para que el capitalismo se muera de una buena vez, Bitot asegura que es en la época presente (sería aproximadamente desde 1975, con la crisis de ese año) en que el capitalismo entra en su final de ciclo y que pese a que puede pudrirse en el lugar, sólo una acción revolucionaria —y esta vez sí con posibilidades planetarias de vencer— lo podrá derrocar.
Según el autor, no hubo una fase final del capitalismo hacia la época de la Primera Guerra Mundial, sino que durante este período se hizo el salto de la dominación formal a la real del capital (es decir, el capitalismo propiamente dicho); que la crisis más terminal, la de 1929, fue remontada gracias al keynesianismo, que hizo que del Estado un benefactor que, con impuestos de los burgueses, mejoró las posibilidades de compra del proletariado,2 pero que esto es imposible hoy: el regreso al liberalismo clásico desde los '70 viene dado por la necesidad de hacer crecer la ganancia sin agravar su tendencia a la caída, lo cual no obstante no tendría éxito porque el maquinismo ha reducido sensiblemente a la clase trabajadora productora de plusvalía y durante los «treinta gloriosos» (1945-1975) se han creado muchos empleos improductivos [de plusvalía] en el sector servicios, que son un lastre para el capitalismo (pero cuya desaparición acarrearía más problemas, pues quedarían desempleados y no podrían ser reabsorvidos, excediendo al ejército industrial de reserva). Bitot señala como otro aspecto del final de ciclo del régimen es que el capital trata de reproducirse artificialmente con la especulación financiera —lo que empeorará las crisis— pues la industria ya no produce tanta plusvalía (también señala que no hay salida mediante el traslado de fábricas de los países centrales a los periféricos, pues el avance tecnológico está presente y por ende no crece la cantidad de productores de plusvalía, a lo sumo crece la plusvalía por la explotación y los bajos salarios, pero no es una solución definitiva).
Creo que el mayor acierto del autor es señalar la decadencia de los nacionalismos de los Estados nacionales construidos por la burguesía en los buenos tiempos del capitalismo: en contraposición a ellos, lejos de crearse un imperio global (como temen los torpes nacionalistas) se acentuará la fragmentación de los países y esto se debería a la necesidad de regiones ricas de librarse de mantener al resto del país (como ya sucedió con Chequia con respecto a Checoslovaquia o Eslovenia con respecto a Yugoslavia y puede que sucede con Cataluña y Flandes) y de asegurar leyes que favorezcan el asentamiento de empresas en búsqueda de un poco más de plusvalía.
En contraposición, la parte manos valiosa del libro es la final, en la cual busca evidencia de la degradación de la superestructura capitalista producto del final de ciclo en una supuesta inmoralidad que habría en el presente. Precisamente este aspecto era uno de los que me hacía pensar que quizás la revolución capitalista no estaba terminada, pues parecía ser que la burguesía buscaba imponer su propia moral de forma pura, dejando reducida a su mínima expresión a los otros sistemas morales (los religiosos). Por el contrario, también podría pensarse que hay un reverdecimiento de la moral, como en la nueva conducta general de la gente con respecto a los animales y los niños, el desprecio a quienes tienen relaciones con adolescentes, etc. Es un aspecto muy confuso y Bitot no ayuda con su moralismo (ha desarrollado más sus ideas morales en su libro Quel autre monde possible?).3
Para más detalles y ver varios otros aspectos ni siquiera mencionados en estos comentarios, pueden descargar el libro haciendo click debajo, gentileza de la editorial Ediciones Espartaco Internacional.
1 Ver el Programa de Transición.
2 Aquí también le pega al reformismo, pues fue un gran fracaso, no consiguiendo nada por sí mismo, sino gracias a las necesidades de la burguesía.
3 Este libro no está disponible en castellano. Hay otro que sí, El comunismo no ha empezado todavía, que menciona menos desarrolladas las ideas económicas del libro reseñado y otros análisis (como el de la Primera Guerra Mundial) que me parecen poco convincentes.
2 comentarios:
Un documento de interesante lectura, no obstante ha de atenderse que el autor comprende erróneamente que dentro de la teoría marxista, y luego leninista, hay dogmas que interpretan finitas las formas objetivas y subjetivas de las fuerzas productivas al momento…, cuando en realidad todas ellas –las teorizaciones- obedecen a un momento histórico del capitalismo, a una interpretación del momento que se percibía agotado desde el análisis del aspecto de esas fuerzas… apuntar demás que al contrario que indica las descripción en el documento… De hecho, Lenin interpreta que las fuerzas productivas –como elemento indispensable del capitalismo en ese momento- se encuentras agotadas, en tanto, tenían que ser redefinidas en la construcción del socialismo…
Trotsky por el contrario, como todos los reformistas, eurocentristas, etc., no la entiendes agotadas…, sino ralentizadas por la naturaleza del intercambio económico… y que las mismas solo podían agotarse en el momento de que se produjera una alternativa global…
http://bitacoradeunnicaraguense.blogspot.com.es/2012/11/la-desviacion-socialdemocrata-en.html
Muy interesante. Al final siempre tendemos a pensar que Lenin o Trosky o Stalin eran los poseedores de la verdad y ellos solo interpretaban usando el materialismo historico las relaciones concretas historico-temporales, y sus consecuencias sociales. El capitalismo tras la muerte de los tres evoluciono de forma diferente, porque como bien sabian los tres la historia no se repite sino que siempre es un producto diferente previsible pero no calculable.
Saludos
Publicar un comentario