Dos análisis diferentes sobre la excarcelación de 52 presos cubanos que tanto ha salido en las noticias estos días.
La liberación de presos: una victoria silenciosa de la Revolución Cubana
por Enrique Ubieta Gómez
En el día de ayer, el Arzobispado de La Habana hizo pública la decisión del Gobierno cubano de liberar en los próximos meses a 52 contrarrevolucionarios detenidos y juzgados en 2003, cinco de ellos de forma inmediata. Como resultado de los contactos establecidos por el Gobierno con el Cardenal Jaime Ortega, Arzobispo de La Habana y Monseñor Dionisio García Ibáñez, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, había sido liberado ya, por motivos de salud, otro de los sancionados.
En el sistema de prisiones de Cuba suele concederse licencia extrapenal al sancionado que –con independencia del motivo de su delito--, presenta problemas de salud que son incompatibles con el régimen carcelario. Desde el año 2004 se habían beneficiado de esa política habitual otros 21 contrarrevolucionarios de la misma causa judicial; cuatro de ellos viajaron a España con sus familias, como parte de un acuerdo con el Gobierno español.
El Gobierno de Cuba sabe conversar y tomar decisiones –sin presiones, ni chantajes, ni condiciones previas--, sobre cualquier tema, y con cualquier interlocutor que respete la soberanía del país. El mayor obstáculo para la liberación de esos presos --juzgados y condenados por tribunales cubanos, según las leyes del país--, era precisamente la clara intención de chantaje de una campaña mediática que las grandes corporaciones de prensa y la derecha europea y norteamericana habían promovido de forma irresponsable. La Revolución, en cambio, propone el diálogo respetuoso. Habría que recordar una larga lista de ejemplos históricos: el canje de mercenarios capturados durante la invasión de Playa Girón; el diálogo con la emigración cubana en 1978 y la liberación posterior de cientos de batistianos y de contrarrevolucionarios, muchos de ellos capturados en actividades terroristas; los acuerdos migratorios con gobiernos norteamericanos de uno u otro partido (tanto los de Reagan o W. Bush, como los de Clinton u Obama); el proceso de contactos permanentes e intercambio de criterios con las diferentes denominaciones religiosas, incluida la católica, entre otros. La lista incluye mediaciones internacionales de trascendencia, como la que llevó definitivamente la paz a Angola y al cono sur africano.
No hay debilidad en la disposición al diálogo, sino fortaleza. Las recientes conversaciones del Gobierno con la jerarquía de la Iglesia católica cubana están respaldadas por la existencia de una comunicación franca y sistemática con las instituciones y organizaciones religiosas del país. Creyentes y no creyentes –de cualquier denominación--, participan por igual en la construcción de una sociedad cada vez más justa. Aunque estas conversaciones transcurrieron por iniciativa de las partes, y encauzaron una decisión que el acoso internacional había pospuesto, los medios trasnacionales y sus lacayos internos, inicialmente desconcertados, intentan ahora capitalizar los resultados. Era previsible, y no nos preocupa. Por la vida de Guillermo Fariñas, como por la de cualquiera de sus coterráneos, Cuba puso los equipos médicos que posee –y los que no posee pero buscó donde pudo, a pesar del bloqueo--, y los mejores especialistas que ha formado. Pero su actitud nunca hubiese conducido a la obtención de los resultados que esperaba. Qué triste es que un hombre exponga su vida, sin saber acaso que otros manipulan sus sentimientos, planifican las ganancias posibles de su sacrificio, usan su empecinamiento con fines espurios. Qué triste es –con tantas causas justas, imprescindibles, en este mundo esencialmente injusto--, que un hombre arriesgue su vida por el bienestar personal de un puñado de pillos y de un estado imperialista. Que un hombre apueste a la muerte para derrotar a un país que lucha a contracorriente por la vida.
¿Sería capaz Obama de abrir el diálogo franco, sin resabios imperiales, con su pequeño pero digno vecino?, ¿tendría el coraje de reconocer el carácter político, vengativo, de las sanciones que pesan sobre los cinco antiterroristas cubanos, presos hace ya más de diez años en cárceles de su país?, ¿podría Obama, en un acto sencillo, que dignificaría su mandato, indultar a esas cinco personas que hicieron en territorio norteamericano, a favor de sus ciudadanos, lo que no hicieron las autoridades de su país? Una vez más la Revolución cubana ofrece un ejemplo de dignidad y de fortaleza.
Severa derrota de la Revolución Cubana
por Heinz Dieterich
Es indudable que las circunstancias de la liberación de presos “políticos” en Cuba convierten a este acto en una severa derrota táctica de la Revolución. El Estado cubano, por primera vez en cincuenta años, fue incapaz de mantener la iniciativa estratégica frente al cártel delincuencial formado por la Unión Europea, el Vaticano y Estados Unidos. La incógnita es, si el Partido Comunista de Cuba (PCC) logra convertir esta derrota en un futuro triunfo o si terminará en una derrota estratégica.
1. Problema de poder, no derechos humanos
El problema con los delincuentes del Cártel nunca fueron los derechos humanos, sino la intención imperialista de destruir a la Revolución. Los mismos actores del Cártel lo dicen sin ambages. Por ejemplo, las resoluciones del Parlamento Europeo hablan abiertamente de la necesaria “transición política hacia una democracia pluripartidista”. Si esta es la naturaleza del conflicto, entonces hay que analizarlo y tratarlo como un problema de poder, no de derecho internacional. La ley le importa un comino al imperialismo.
2. Dos debilidades de la Revolución
El Cártel ejecuta su plan operativo mediante diferentes papeles en una división subversiva del trabajo. En jerga futbolística diríamos que los delanteros visibles son el canciller español Moratinos, el cardenal cubano Ortega y la derecha del Parlamento Europeo. El Director Técnico está sentado en la Casa Blanca, dirigiendo la ofensiva. Ésta se dirige hacia dos puntos débiles de la defensa cubana: a) la prioridad política de conseguir el levantamiento de la injerencista “posición común” de la Unión Europea, introducida por el falangista Aznar en 1996, antes de septiembre de este año y, b) conseguir la liberación parcial del bloqueo económico estadounidense, para alivianar la crisis económica del país. La liberación de los presos es el resultado de la presión combinada de esta pinza, envuelta en terciopelo por la Iglesia Católica, para ocultar sus dientes de acero.
3. Pérdida de poder e iniciativa estratégica
La pérdida de poder de la Revolución se manifiesta en el hecho de que, por primera vez en medio siglo, ha cedido a las presiones del Exterior. La pérdida de la iniciativa estratégica se nota, entre otras, en el hecho, de que no fue el Partido Comunista de Cuba que liberó en plena autonomía a los presos, sino que lo hizo bajo la presión externa y de la Iglesia Católica. El crédito público mundial e interno por esta medida recae ahora sobre el Vaticano, no sobre el Partido Comunista. La Iglesia Católica aparece como el sujeto de cambio progresista, el Partido como un ente estático que tiene que ser empujado para actuar.
Esa pérdida de la iniciativa estratégica se manifiesta también en el discurso oficial frente a los acontecimientos. Hasta el día de hoy, no hay una explicación coherente del cambio cualitativo en la política de derechos de los disidentes. De hecho, el aparato propagandístico cubano, notoriamente deficiente ante los nuevos desafíos del Siglo XXI, no se hace notar en ninguna función vanguardista.
4. ¿El futuro?
Mientras la dirección cubana actúa bajo el doble yugo de evitar la “posición común” del imperialismo europeo, y del pronto levantamiento del bloqueo estadounidense, no podrá recuperar la iniciativa estratégica que la ha caracterizado desde su triunfo en 1959. La interrogante es, si existe una alternativa a su posicionamiento actual, que le devuelva la posibilidad de volver a controlar la situación frente al Cártel. La respuesta es positiva y tiene dos aspectos: un paquete “Marshall” de emergencia económica y la audacia política mostrada por Lenin en “La Gran Iniciativa”.
Para tener un tiempo de tranquilidad económica y por la dimensión del problema económico, Cuba necesita unos diez mil millones de dólares como fondo de emergencia. Entre China, Rusia y los países latinoamericanos debería ser posible, obtener esta suma. Con la tranquilidad económica que generan esos fondos, el Partido realiza el VI Congreso del Partido a mediados del 2011, donde presenta las reformas estructurales en las relaciones de producción ---el problema económico fundamental del país--- y en la superestructura política (participación), que son necesarias para salir de la crisis y del Cártel agresor.
Todo depende ahora de “La Gran Iniciativa”. La pregunta es, por lo siguiente. ¿Actuará la fracción leninista del Partido con la rapidez y audacia necesarias para la sobrevivencia?
¿La Revolución Cubana cedió y perdió ante las presiones del exterior?